Por fin ha llegado el día. Es la una de la mañana del día 15 de marzo. Cinco amigos permanecen sentados alrededor de una vieja mesa redonda de madera, con la misión de ser cada uno de los vértices del símbolo arcano que está tallado sobre la superficie de la tabla. Esta vez no se trata de otra ficticia invocación de un primigenio dentro de un juego de rol. Es algo serio. Es una sesión espiritista que desvelará realmente todos los rumores infundados en cientos de artículos y biografías. Nada mejor que tener una entrevista directa con el causante de todos estos rumores: Howard Philips Lovecraft. Es 15 de marzo de 2007 y se celebra el 70 aniversario de su fallecimiento.
Se cruzan miradas nerviosas. Sólo uno de ellos, el médium, tiene fe en que este experimento vaya a servir. Lleva meses estudiando cómo realizar una sesión espiritista y años pensando en comunicarse con el excéntrico escritor de Providence.
El silencio reina en la sala. De repente se interrumpe con un inesperado tragar de saliva de alguno de los presentes. Hay nervios, miedo o simplemente un ligero desvanecimiento de la incredulidad. Las velas negras agitan su azulada llama y hacen que un par de brillantes gotitas de cera se deslicen sobre su delgado cuerpo hasta chocar contra la madera de la mesa.
- Es el momento -, dice el médium tras haber expulsado una gran bocanada de aire. Todos, en un movimiento casi sincronizado extienden sus manos sobre la mesa. Algunas de esas manos están sudando más de lo normal y la incertidumbre se apodera de sus pensamientos.
- Dejemos la mente en blanco -, pide el médium. - Debemos estar lo suficientemente concentrados para poder llamarle.
Después de unos minutos de silencio que parecían prolongarse y contraerse como las dimensiones lovecraftianas, el medium comenzó el ritual:
"Oh portal de los muertos, ábrete ante nuestro llamado. Barca de Caronte, tráenos a un pasajero de las tierras del más allá. Boga hacia nuestra desolada isla y acércanos a nuestro esperado huésped. Su nombre es Howard Philips Lovecraft. Nacido el 20 de agosto de 1890 de la era cristiana y fallecido el 15 de marzo de 1937 de la misma era. Tráelo ante nosotros y deja que se haga presente en tan esperada celebración".
Tras unos instantes más de silencio, un aire frío comenzó a invadir la habitación. Los cuatro vértices restantes lo sentían más que el médium. Sabían que esto no era natural.
"¡Manifiéstate ante nosotros, Howard Philips Lovecraft!" - gritó el médium en estado de éxtasis.
Nada se escuchó. Los segundos eran horas y el crujir normal de la madera parecía más un terremoto. Nadie parpadeaba. Todos permanecían con los ojos cerrados. Un ligero zumbido, una vibración que venía de quién sabe donde, rozaba la nuca de los presentes. El miedo era palpable y nadie quería abrir los ojos por si se encontraban cara a cara con el verdadero rostro del terror. El médium sabía que debía continuar:
- "Howard Philips Lovecraft, a partir de este momento si estás en esta sala, da un golpe para afirmar y cuando quieras negar golpearás dos veces... Howard Philips Lovecraft... ¿Estás en esta sala?"
Un golpe seco en uno de los muros de la sala, confirmó que sí había llegado.
Continuará...
Se cruzan miradas nerviosas. Sólo uno de ellos, el médium, tiene fe en que este experimento vaya a servir. Lleva meses estudiando cómo realizar una sesión espiritista y años pensando en comunicarse con el excéntrico escritor de Providence.
El silencio reina en la sala. De repente se interrumpe con un inesperado tragar de saliva de alguno de los presentes. Hay nervios, miedo o simplemente un ligero desvanecimiento de la incredulidad. Las velas negras agitan su azulada llama y hacen que un par de brillantes gotitas de cera se deslicen sobre su delgado cuerpo hasta chocar contra la madera de la mesa.
- Es el momento -, dice el médium tras haber expulsado una gran bocanada de aire. Todos, en un movimiento casi sincronizado extienden sus manos sobre la mesa. Algunas de esas manos están sudando más de lo normal y la incertidumbre se apodera de sus pensamientos.
- Dejemos la mente en blanco -, pide el médium. - Debemos estar lo suficientemente concentrados para poder llamarle.
Después de unos minutos de silencio que parecían prolongarse y contraerse como las dimensiones lovecraftianas, el medium comenzó el ritual:
"Oh portal de los muertos, ábrete ante nuestro llamado. Barca de Caronte, tráenos a un pasajero de las tierras del más allá. Boga hacia nuestra desolada isla y acércanos a nuestro esperado huésped. Su nombre es Howard Philips Lovecraft. Nacido el 20 de agosto de 1890 de la era cristiana y fallecido el 15 de marzo de 1937 de la misma era. Tráelo ante nosotros y deja que se haga presente en tan esperada celebración".
Tras unos instantes más de silencio, un aire frío comenzó a invadir la habitación. Los cuatro vértices restantes lo sentían más que el médium. Sabían que esto no era natural.
"¡Manifiéstate ante nosotros, Howard Philips Lovecraft!" - gritó el médium en estado de éxtasis.
Nada se escuchó. Los segundos eran horas y el crujir normal de la madera parecía más un terremoto. Nadie parpadeaba. Todos permanecían con los ojos cerrados. Un ligero zumbido, una vibración que venía de quién sabe donde, rozaba la nuca de los presentes. El miedo era palpable y nadie quería abrir los ojos por si se encontraban cara a cara con el verdadero rostro del terror. El médium sabía que debía continuar:
- "Howard Philips Lovecraft, a partir de este momento si estás en esta sala, da un golpe para afirmar y cuando quieras negar golpearás dos veces... Howard Philips Lovecraft... ¿Estás en esta sala?"
Un golpe seco en uno de los muros de la sala, confirmó que sí había llegado.
Continuará...
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