Antes de que se haga tarde, una breve reseña del día de cierre de las jornadas frikis del Colegio Mayor San Juan Evangelista. Como los domingos son para santificarlos, no hubo presencia de la MFP hasta bien entrada la tarde, cuando ya no fue posible que el Erudito se inscribiera para vencer al resto de participantes del concurso El rival más friki, haciendo uso mental de su veloz y afamada Jokinpedia. Así que se unió a los servidores de las sombras en una mesa dedicada al juego de Vampiro.
Entre tanto el Acólito, la Venerada y el que les narra, estuvimos observando atentos y con mucho interés las competiciones del Hobbit Zampabollos y el Enano Bebedor (originalmente adjetivado como Borracho, pero yo lo corrijo hasta que me demuestren quién entra en coma etílico por la ingestión acelerada y continua de óxido de dihidrógeno).
Mi padre durante mucho tiempo fue un fantasma y mi madre tiene una mala leche que da miedo, así que no es extraño que en el concurso de gritos haya sacado mi faceta banshee. No hubo premio, pero sí risas y aplausos, además de una enorme satisfacción de desahogo. Igual resulta que para controlar a ciertos espíritus aulladores sólo falta ponerles un sicólogo de cabecera y dejarlos que se alivien las penas.
La técnica del aullido es fácil y sirve para pedir auxilio, alejar rateros y acabar con los tímpanos más cercanos. Lo único malo es que para conseguir el efecto agudo, hay que presionar dolorosamente los testes. Con esto dimos por finalizada la jornada friki, hasta que se presente de nuevo la oportunidad de recaer en estos vicios sociales donde la gente aúlla, se disfraza y lleva camisetas estampadas con sus motivos favoritos.
Como en mis sueños.
Entre tanto el Acólito, la Venerada y el que les narra, estuvimos observando atentos y con mucho interés las competiciones del Hobbit Zampabollos y el Enano Bebedor (originalmente adjetivado como Borracho, pero yo lo corrijo hasta que me demuestren quién entra en coma etílico por la ingestión acelerada y continua de óxido de dihidrógeno).
Mi padre durante mucho tiempo fue un fantasma y mi madre tiene una mala leche que da miedo, así que no es extraño que en el concurso de gritos haya sacado mi faceta banshee. No hubo premio, pero sí risas y aplausos, además de una enorme satisfacción de desahogo. Igual resulta que para controlar a ciertos espíritus aulladores sólo falta ponerles un sicólogo de cabecera y dejarlos que se alivien las penas.
La técnica del aullido es fácil y sirve para pedir auxilio, alejar rateros y acabar con los tímpanos más cercanos. Lo único malo es que para conseguir el efecto agudo, hay que presionar dolorosamente los testes. Con esto dimos por finalizada la jornada friki, hasta que se presente de nuevo la oportunidad de recaer en estos vicios sociales donde la gente aúlla, se disfraza y lleva camisetas estampadas con sus motivos favoritos.
Como en mis sueños.
Es genial ver que disfrutasteis de las jornadas. Esperamos que volváis para otro año.
Atentamente
Alguien ;D