Me dijeron que era fácil, que simplemente tenía que llevar unos libros a la casa del final de la calle Armitage. Era mi primer día en la tienda y lógicamente era el chico de los recados. No me podía quejar, la paga prometida era buena, en realidad muy alta para el trabajo del que hablamos. Demasiado alta. Aunque ahora lo entiendo.
El hombre que me atendió al abrir la puerta me pareció un tanto estirado pero aparte de eso no había nada raro en él, parecía el típico mayordomo. Seguro que se llama Giles o Arthur o algo así. Lo cierto es que no importa.
La dueña de la casa, la que había encargado los libros, estaba en una salita de té y pidió que pasara. Tenía que firmar el recibo que llevaba. Estaba en una silla de ruedas y había que trasladarla de un sitio a otro. Era muy amable, o eso creo, porque no sé si fue ella quien... Bueno, en esta situación, da igual lo fue. A lo que iba, entré en la pequeña estancia y la mujer, tras poner un garabato a modo de firma, lo digo porque parecía más un dibujo que una letra, en el albarán, me invitó cortésmente a unas pastas. Dijo que recibía muy pocas visitas y que hacía mucho que un jovencito como yo no ponía los pies en la casa. Lo cierto es que con los nervios del primer día en el trabajo (mi madre necesita mucho el dinero), apenas había comido nada y tenía hambre. Así, me decidí a aceptar su invitación.
Arthur (o como fuese) trajo las "pastas especiales" de la señora con una jarrita de leche y unas tazas. Conteniendo el hambre voraz que me asaltó de repente tomé una en cuanto la anciana me la ofreció. No estaba mala aunque noté un sabor extraño de fondo. Bebí un poco de leche y no recuerdo más. Hasta que desperté...
Bueno, ahora que ya he hecho memoria de los últimos acontecimientos (es sorprendente a qué velocidad trabaja el cerebro) tengo que darme prisa en averiguar cómo demonios me puedo volver a meter las tripas en el cuerpo antes de desangrarme del todo. Si al menos estos tipos de las túnicas dejaran de cantar podría concentrarme mejor.
¿Qué es eso del techo? ¿Un tentáculo?
El hombre que me atendió al abrir la puerta me pareció un tanto estirado pero aparte de eso no había nada raro en él, parecía el típico mayordomo. Seguro que se llama Giles o Arthur o algo así. Lo cierto es que no importa.
La dueña de la casa, la que había encargado los libros, estaba en una salita de té y pidió que pasara. Tenía que firmar el recibo que llevaba. Estaba en una silla de ruedas y había que trasladarla de un sitio a otro. Era muy amable, o eso creo, porque no sé si fue ella quien... Bueno, en esta situación, da igual lo fue. A lo que iba, entré en la pequeña estancia y la mujer, tras poner un garabato a modo de firma, lo digo porque parecía más un dibujo que una letra, en el albarán, me invitó cortésmente a unas pastas. Dijo que recibía muy pocas visitas y que hacía mucho que un jovencito como yo no ponía los pies en la casa. Lo cierto es que con los nervios del primer día en el trabajo (mi madre necesita mucho el dinero), apenas había comido nada y tenía hambre. Así, me decidí a aceptar su invitación.
Arthur (o como fuese) trajo las "pastas especiales" de la señora con una jarrita de leche y unas tazas. Conteniendo el hambre voraz que me asaltó de repente tomé una en cuanto la anciana me la ofreció. No estaba mala aunque noté un sabor extraño de fondo. Bebí un poco de leche y no recuerdo más. Hasta que desperté...
Bueno, ahora que ya he hecho memoria de los últimos acontecimientos (es sorprendente a qué velocidad trabaja el cerebro) tengo que darme prisa en averiguar cómo demonios me puedo volver a meter las tripas en el cuerpo antes de desangrarme del todo. Si al menos estos tipos de las túnicas dejaran de cantar podría concentrarme mejor.
¿Qué es eso del techo? ¿Un tentáculo?
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